Un fleshlight en la ducha



      En mi cuarto andaba haciendo tiempo con el smartphone a que Luis, mi compañero de piso, acabase de ducharse de una vez y para poder hacerlo yo. Llevaba un buen rato ya hasta que por fin salió y lo escuché correr a su dormitorio. Al poco se pasó por mi cuarto terminándose de vestir a toda prisa.

     -Tío, que ya tienes el baño libre. Me piro que se me ha hecho tarde – dijo, yéndose y escuchando el ruido de la puerta de casa cerrarse.


     Habiéndome quedado solo en la casa fui en pelotas hasta el baño, que estaba bastante nublado por el vapor. Me metí a la ducha y al ir a darle al grifo me encontré frente a un coño de goma que a la altura de la cintura se sujetaba a la pared con una ventosa. Sólo podía ser de Luis, obviamente. Además sabía que tenía un Fleshlight porque se lo había visto rondando por su dormitorio, pero siempre cerrado y desde la distancia. Ahora lo veía abierto por primera vez. Me parecía curioso lo bien recreada que estaba la vulva, que era de un color rosa pálido, ligeramente mas pequeño que una vulva real. Por el orificio caía con pereza semen, muestra evidente de que Luis lo acababa de usar. Me supuse que se lo había traído a la ducha para “jugar” de paso pero que después con las prisas se le habría olvidado allí.


     Yo me puse a lo mío, a ducharme, aunque los ojos no se me paraban de ir a aquel coño que estaba a mi lado. Me dio por imaginarme a Luis, allí mismo, follándoselo y disfrutando con él. La mezcla de curiosidad con morbo acabó por calentarme poniéndomela dura. Sabía que un juguete sexual no era algo que se pudiese compartir, por salud y por ser algo íntimo, pero estaba muy caliente por probarlo.

     De debajo del chorro de agua saqué medio cuerpo para acercarme al Fleshlight. Vi un bote pequeño de lubricante pero no lo vi necesario ya que debía estar aún lubricado por dentro. Acerqué la polla a aquel coño de juguete. Lo froté con el glande sorprendiéndome con la textura tan realista que tenía. Decidí no aguantar mas las ganas y fui metiéndola, pensando que aquel orificio era demasiado pequeño como para que pasar mi polla pero en cambio aquel material del que estaba hecho reaccionó como un coño de verdad dejándome entrar.

     Mi polla empezó a ser envuelta en un fuerte abrazo como una vagina que no estuviese del todo bien dilatada, pero se deslizaba con suma facilidad gracias al lubricante que aún tenía y supongo que también por la corrida de mi compañero de piso que no solo aportaba deslizamiento si no también calor. Lo mejor, y para mi sorpresa, resultó ser unos bultitos que sentía por todo el interior masajeándome y estimulándome toda la polla. Esto no era como en una vagina real pero no me quejé en absoluto.


     Al estar contra la pared coloqué las manos en esta. Me puse a mover el culo bombeando el Fleshlight que resistía mis embiste pese a estar sujeto a la pared con solo una ventosa. El interior despedía y recibía mi polla con su ceñida superficie de bultitos con los que me rozaba, sobre todo al meterla que los sentía mas contra el capullo. Además, en ausencia de unos muslos femeninos la penetración era tan apurada que daba con el pubis y los huevos contra el cacharro metida tras metida. Era una verdadera gozada estar allí follando aquel coño de goma con el agua caliente cayéndome por la espalda. No es que prefiriese follarme a una mujer de verdad allí en la ducha pero en ausencia de esta el Fleshlight era un muy buen sustituto.


     Entre las sensaciones nuevas e intensas aquello era como si perdiese la virginidad de alguna forma, y como suele pasar en la primera vez no iba a durar mucho. Sentía como la corrida se acercaba por lo que me dejé llevar del todo comenzando a follar, o masturbar mejor dicho, con mas ferocidad. Me era imposible pensar en correrme fuera, aquel coño invitaba a correrse dentro tanto como uno real con la diferencia de que no se quedaría preñado. Pegué la frente a la pared de la ducha al tiempo que embestí fuerte una última vez. Mi orgasmo estalló por todo mi cuerpo a la vez que mi polla estallaba dentro del Fleshlight, vertiendo mi esperma entre espasmos. Al igual que un becerro en celo estuve gimiendo con fuerza, llenando el baño del sonido de mi orgasmo.


     Cuándo volví en mí, jadeando aún, eché el cuerpo atrás. El agua caliente volvió a caerme de pleno. Poco a poco mi corrida comenzó a venirse afuera del Fleshlight como la de Luis hacía unos instantes. Caía abajo de la ducha en donde el blanco de mi semen se mezclaba con el agua y se iba por el desagüe. Ahora con el calentón apaciguado llegaba la culpa. Tenía que borrar los indicios de que había usado el juguete de Luis. Metí los dedos dentro del coño e intente evacuar mi semen para que no se lo encontrase muy lleno. Era lo único que podía hacer. Me limpié la polla dando por acabada la ducha.

     Mas tarde cuando Luis volvió y entró al baño vino a disculparse conmigo por haberse dejado el Fleshlight en la ducha. Yo le quité importancia quedando todo ahí. Desconozco si adivinó, o sospechó, que lo había usado porque el nunca dijo nada al respecto. Yo por mi parte jamás volví a usarlo, entre otras cosas porque aquel mismo día me metí en Internet y me compré uno. Como para no hacerlo. En FIN...


por Pedivertido          


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